La cultura la aprendemos los seres humanos tácitamente, o sea, no la cuestionamos ni racionalizamos, simplemente la aprendemos. Y aprendemos que lo que conocemos es “lo correcto”, por eso nos confundimos y asustamos cuando nos enfrentamos a cosas diferentes a las que aprendimos. (Cáseres, 1966) Si a esto le añadimos de lo que he hablado anteriormente sobre el cerebro emocional según múltiples estudios neurológicos y de conducta (vea: Goleman), tenemos la receta perfecta para el discrimen, el rechazo y el odio.
Traeré dos puntos hoy, uno desde la perspectiva de la religión cristiana y otro desde la perspectiva de las ciencias sociales.
La religión cristiana
Si bien es completamente cierto que para que en Puerto Rico que logre la justicia social a través de leyes que reconozcan los derechos de TODAS las personas adultas a casarse y todo lo que ese contrato implica, NO es necesario que NINGUNA secta religiosa lo apruebe; para que el discrimen se detenga sí es necesario que los miembros de estas comprendan o que no tienen porqué querer imponer sus doctrinas en los asuntos legales, o que incluso sus propias doctrinas no aprueban sus actos prejuiciados.
Seré breve: la separación entre Iglesia y Estado es lo más compatible que existe con la DEMOCRACIA. Sino lo creen así todavía les recomiendo que lean cualquier libro de historia. Una nación no se puede regir por los preceptos religiosos de un grupo, mucho menos cuando los preceptos son interpretaciones humanas a un libro considerado sagrado por algunos; eso sería ser como esos “fanáticos” que tanto gustamos en el occidente de criticar y prejuiciar: los musulmanes. En cuanto a ser cristiano, que debe tratarse de actuar lo más parecido a Cristo posible, la teología cristiana misma y los fundamentos bíblicos NO concuerdan con el discrimen, las ínfulas de superioridad y el poner obstáculos para que los demás gocen de las mismas condiciones que el resto de las personas.
Si Cristo mismo lo resumió todo en “amen a su prójimo como a sí mismos”, es totalmente anticristo lo siguiente:
• Rechazar y burlarse de los demás con nombres despectivos. Al igual que los judíos llamaban “perros” a los gentiles y eso fue abolido por la sangre de Cristo, del mismo modo llamar “pato” a otra PERSONA es totalmente inaceptable si es que le amamos como nos amamos a nosotros mismos. ¿Te llamarías a ti mismo “aberración”, “inmundo”, “pato”? No, pues amar a los demás como te amas a ti mismo es tratarlos como te tratas a ti mismo.
• Tratar a otros como seres inferiores a ti. Es totalmente contradictorio, si Pablo mismo dice que ya no hay “señor ni esclavo, hombre ni mujer ... pues todos somos iguales en Cristo”, entonces NADIE es inferior a nadie delante de Cristo sin importar su condición ni preferencias. ¿Quién soy yo, una mera humana, para decir quien es y quien es no es “salvo”? El hecho de considerar a alguien de ese modo nos lleva a tratar a esas personas como si nos contaminaran, y terminamos aislados del prójimo, porque pensamos que somos “muy puros” o “santos” para estar con “esa gente del mundo” Les tengo noticias: Cristo no lo fue, El vino al mundo.
• Insistir en que un grupo deba irse del país simplemente por ser como es. Eso es un signo de que te consideras superior a ese grupo y definitivamente no amas a esas personas como te amas a ti mismo. ¿Qué tal si a algún líder religioso se le ocurriera decir que los gordos son una aberración porque no cuidan el templo del espíritu? ¿O que tal si porque un grupo piensa que las mujeres no deben trabajar porque por culpa de eso se ha “desmoronado la sociedad” y todas las que querramos tener derecho a trabajar porque creemos en la igualdad tengamos que irnos a otro país a hacerlo? Es el mismo principio: “que se vayan los que nos son o piensan como nosotros, no dejaremos que ensucien nuestro país” ¿Dirías eso de ti mismo? ¿Te mandarías al exilio a ti mismo por ser quien eres?
• Antes de terminar con esta parte aprovecho para contestar un repetido y gastado argumento de estos grupos religiosos “amamos al pecador pero no al pecado”. Me sorprende que sean los mismos grupos que dicen que todos somos pecadores, que no hay pecado grande ni pequeño, que Cristo todo lo perdona. Pues si fuésemos todos pecadores estamos todos bajo la misma condición y nadie debería tener mayores derechos que nadie. O sea, que si ser homosexual es pecado, según ustedes y por eso no deben tener el derecho de una vida como los demás (les reto a que busquen una sola vez en el Nuevo Testamento algo parecido), y todos somos pecadores, entonces nadie debería tener ningún derecho.
Y si Cristo todo lo perdona, aun más. En todo caso, ¿no dice su Biblia que Cristo quitó el pecado del mundo? Sí, quitó en pasado, verifiquen las traducciones que a veces dañan el mensaje... En fin, que si amamos tanto ¿cómo es posible que lancemos a los que supuestamente amamos a una vida de ciudadanos de segunda? O amamos o no amamos, sin condiciones o todo es mera palabrería.
Desde la perspectiva de las ciencias sociales
Aquí seré muy breve, por hoy, me citaré a mí misma hace unos días es una clase de Economía y Política: Por lo visto, la mayoría de las veces los preceptos supuestamente morales que sustentan los discrímenes son la justificación de lo económicamente conveniente en un momento dado de la historia.
Ya les explico otro día a que se debe este comentario. Por el momento les dejo con unas citas del libro de Cáceres:
No se justifica que los elemenos culturales perduren si estos no satisfacen las necesidades de los seres humanos. (p60)
Los ambientes democráticos por lo general estimulan el cambio; los ambientes autoritarios, lo impiden. Un ambiente de conformismo destruye la iniciativa individual; un ambiente de libertad estimula el cambio. (p.67)
José Cáseres. Sociología y Educación. p.57
Daniel Goleman La Inteligencia Emocional (2000)