El sol la ha bañado las veces que las estrellas han llenado el cielo.
Las lunas de su vida playa en playa han sido tantas,
que su luz plateada la ha borrado de su memoria propia.
Sus años se llaman sal y la han blanqueado,
un niño la mira, le dice abuela.
¿Quién es el niño?
Las lunas de su vida playa en playa han sido tantas,
que su luz plateada la ha borrado de su memoria propia.
Sus años se llaman sal y la han blanqueado,
un niño la mira, le dice abuela.
¿Quién es el niño?
Sabe tanto de él, como recuerda de sí misma.
Es el salvador y el navegante que viene y va,
pero que siempre llega si lo llama,
Es el salvador y el navegante que viene y va,
pero que siempre llega si lo llama,
si recuerda su nombre.
El mar la sigue sumergiendo una y otra vez,
ya no sabe en qué orillas amanece.
Llega el navegante, los ojos llenos de sueños,
le recuerda su nombre, pero el mar lo vuelve a perder…
¿O es a ella a quien pierde de sí misma?
El reloj sonó finalmente ,
y las gaviotas levantaron vuelo,
cuando el mar le reveló el secreto.
El niño, el navegante, el salvador,
la toma en sus manos de hombre una vez más,
la virgen la mira y le sonríe la despedida entre lágrimas.
La miran, blanqueada, pero no la ven,
no ven en ella aun el secreto que el mar accedió a sursurarle,
en su última oleada.
Entonces se cerró la concha,
su secreto la hizo volar como si fuera ella gaviota,
lejos del navegante,
adiós a la virgen…
L. Reyes, Perla Negra
P.S. “Que no me llore el navegante,
que la virgen deje de serlo en mi nombre
…que no me lloren que salada era la mar en la que estaba,
en la que ya no estoy porque dejé de estar,
volví a Ser.”
El mar la sigue sumergiendo una y otra vez,
ya no sabe en qué orillas amanece.
Llega el navegante, los ojos llenos de sueños,
le recuerda su nombre, pero el mar lo vuelve a perder…
¿O es a ella a quien pierde de sí misma?
El reloj sonó finalmente ,
y las gaviotas levantaron vuelo,
cuando el mar le reveló el secreto.
El niño, el navegante, el salvador,
la toma en sus manos de hombre una vez más,
la virgen la mira y le sonríe la despedida entre lágrimas.
La miran, blanqueada, pero no la ven,
no ven en ella aun el secreto que el mar accedió a sursurarle,
en su última oleada.
Entonces se cerró la concha,
su secreto la hizo volar como si fuera ella gaviota,
lejos del navegante,
adiós a la virgen…
L. Reyes, Perla Negra
P.S. “Que no me llore el navegante,
que la virgen deje de serlo en mi nombre
…que no me lloren que salada era la mar en la que estaba,
en la que ya no estoy porque dejé de estar,
volví a Ser.”