La presencia de Dios está en nosotros y en todo porque El/Ella (el vocablo utilizado en las Escrituras en Génesis para referirse a Dios tiene un nombre femenino seguido por un masculino) es todo. Pero si no percibes Su presencia, si no ves que El está ahí es como si no lo estuviese del todo. Hasta que no lo veas ahí donde está, tan cerca de ti, no te será posible gozar de esa presencia otorgada.
Solo cuando ves que eres libre de pecado, que estas limpio o limpia, que la voluntad de Dios es placentera, que los errores cometidos son remediables porque Dios siempre revela Su voluntad a Sus Hijos, será entonces que podras percibir la presencia de Dios porque no te avergonzarás de levantar la vista y verlo.
Existe una manera solamente de lograr esto: SUMERGETE EN SU GRACIA.
Cuando haces eso tu deseo por ser una persona que manifieste el carácter de Cristo en Amor al prójimo NO será lo que produzca o genere la presencia de Dios, sino que será resultado de esta y ver esa presencia es a su vez resultado de tu reconocimiento de la gracia de Dios.
Tommy Tenney dijo: “En el tabernáculo y en el templo del Israel antiguo, el humo del incienso santo traspasaba el velo de la separación como una dulce ofrenda de alabanza a Jehová Dios y opacaba de la vista la “carne” de los sacerdotes que ministraban” (En busca del favor del Rey, 2005) La sangre de Cristo fue y es nuestro incienso. La presencia de Dios nos fue GARANTIZADA con Su sangre, hizo innecesario todo sacrificio porque el pecado ya no existió más (pecado: acto que separa a las personas de la presencia de Dios) pues de ahí en adelante ya no éramos simples almas sino que teniamos dentro el Espíritu Santo, siendo parte de Dios es imposible separarnos de Su presencia. Pero quien no reconoce esto no se goza de esa presencia y es como si no estuviese ahí, vive cautivo siendo realmente libre.
Sentirás complacencia de la adoración, alabanza y serivicio a Dios aún cuando a veces pienses que no logras ir tan rápido como quisieras en la maduración y mejoramiento de tus actitudes. Pues sabes -por el Espíritu Santo que hay en ti- que cuando nos hacemos concientes de la entrega a Dios, los tiempos y procesos son Suyos y como El está en nosotros, se manifiestan.
La misma gracia que nos otorga Su presencia hace cierto lo siguiente: Dios siendo omnipotente y teniendo el poder de imponer Su voluntad, prefirió permitirnos tomar desiciones (nos capacitó con un cerebro para ello) propias y entre ella el recononcer o no Su presencia y entregarnos a ella concientemente (porque en realidad YA somos de El). ¡Qué infinita gracia!
Cuando aceptas la gracia de Dios y ves el acceso DIRECTO e interno que tienes a Su presencia definitivamente te dejas guiar por el Espiritu que SIEMPRE ha habitado en ti, porque ahora lo ves, y Su voluntad se hace irresistible e inevitable. TODO obra para bien, en eso radica nuestra perfección en gracia. (Romanos 8.28)
“Nuestra carne pecadora quedó cubierta por la sangre de Cristo y por la nube de fragancia dulce de nuestra adoración que llena la habitación” (Tenney)
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1 comentario:
hola lio!
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